domingo, 16 de diciembre de 2012
Un planeta diamante en la Vía Láctea
En un artículo publicado en Science, astrónomos de Australia, Alemania, Italia, Reino Unido y Estados Unidos explican que en un primer momento detectaron una estrella poco común denominada púlsar mediante el radiotelescopio Parkes de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO) de Australia. A continuación establecieron un protocolo de seguimiento de dicho hallazgo mediante el radiotelescopio Lovell (Reino Unido) y uno de los telescopios Keck en Hawái (Estados Unidos).
Los púlsares son estrellas giratorias pequeñas, de unos 20 kilómetros de diámetro (semejante al de una ciudad pequeña), que emiten un haz de ondas de radio. Debido al movimiento giratorio, su haz de ondas de radio alcanza de forma repetitiva la Tierra, permitiendo a los radiotelescopios detectar un patrón regular de impulsos de radio.
Cuando el equipo descubrió este nuevo púlsar denominado PSR J1719-1438 detectó también que el tiempo de llegada de los impulsos parecía ir acompañado de una modulación sistemática. Dedujeron que esto sólo podría deberse a una causa: la fuerza gravitatoria de un planeta vecino que orbitase al púlsar a modo de sistema binario. El púlsar y su planeta se encuentran en el plano estelar de la Vía Láctea a unos 4 000 años luz de la Tierra.
Las modulaciones de los impulsos de radio indican a los astrónomos varios aspectos del planeta. En primer lugar, sólo tarda 2 horas y 10 minutos en completar su órbita alrededor del púlsar. La distancia entre los dos objetos es de 600 000 kilómetros, algo menos que el radio de nuestro Sol. En segundo lugar, el planeta está tan cerca del púlsar que si fuera algo más grande acabaría destruido por la gravedad del mismo. Los científicos también lograron averiguar que, a pesar de su pequeño tamaño, menor a 60 000 kilómetros, el planeta posee algo más de masa que Júpiter. El profesor Matthew Bailes de la Universidad de Tecnología Swinburne de Melbourne (Australia) y director del proyecto describe esta característica como «indicadora de su origen».
El equipo entiende que el «planeta diamante» es el resto de una estrella que en su día fue masiva pero cuya masa ha sido absorbida por el púlsar.
El púlsar J1719-1438 gira con inusitada rapidez: es un púlsar de milisegundo, rota más de 10 000 veces por minuto, y a pesar de poseer sólo 20 kilómetros de diámetro posee una masa 1,4 veces superior a la de nuestro Sol. Cerca del 70 % de los púlsares de milisegundo poseen algún tipo de objeto acompañante. Los astrónomos entienden que dicho acompañante, en su forma de estrella, transforma a un púlsar viejo e inactivo en uno de milisegundo transfiriéndole materia y acelerándolo hasta que alcanza velocidades muy elevadas. El resultado es un púlsar de milisegundo de giro rápido acompañado por un objeto empequeñecido, normalmente una enana blanca.
«Conocemos otros pocos sistemas, llamados binarios de rayos X ultra-compactos de masa baja, que probablemente estén evolucionando de acuerdo con este patrón y probablemente supongan los progenitores de un púlsar como J1719-1438», afirmó el Dr. Andrea Possenti, astrónomo y director del INAF-Osservatorio Astronomico di Cagliari (Italia).
No obstante, el púlsar J1719-1438 y su acompañante están tan juntos que el segundo sólo puede ser una enana blanca muy básica, una que haya perdido todas sus capas exteriores y más del 99,9 % de su masa original.
«Este residuo probablemente sea carbono y oxígeno, porque una estrella de elementos más ligeros como el hidrógeno y el helio sería demasiado grande como para ajustarse a los tiempos de órbita calculados», especuló el Dr. Michael Keith, del CSIRO e investigador del proyecto.
La densidad implica que este material es con toda seguridad cristalino, es decir, una gran parte de la estrella podría ser similar al diamante.
El equipo descubrió el púlsar J1719-1438 investigando cerca de 200 000 gigabytes de datos mediante códigos especiales ejecutados en superordenadores de la Universidad Tecnológica Swinburne, la Universidad de Manchester (Reino Unido) y el INAF-Osservatorio Astronomico di Cagliari. El descubrimiento del planeta de diamante se realizó durante una búsqueda especial de púlsares en la que se utilizó el radiotelescopio de 100 metros Effelsberg del Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR, Alemania).
A pesar del hipotético valor monetario en la Tierra de un planeta de diamante, en el espacio su valor es más científico, como lo demuestra el entusiasmo que despertó su descubrimiento en los astrónomos y tal y como lo manifiesta el profesor Michael Kramer, director del MPIfR: «Este es el estudio más grande y preciso de este tipo que jamás se haya realizado. Esperábamos encontrar objetos sorprendentes y es maravilloso poder ser testigo de un hallazgo así. Aún queda mucho por descubrir.»
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